Hace poco un amigo nos invitaba a estar más activos hablándole a los demás sobre el cambio que requiere nuestra sociedad, y después de dos noticias recientes, una en la cual Colombia se ubicaba en el puesto 91 de los países más corruptos del mundo y la reciente noticia de Boeing en la que admitió cometer fraude en sus procesos de certificación de los aviones 737 Max; he decidido aportar un granito de arena adicional escribiendo este artículo sobre la ética empresarial y los valores en el mundo.
Tristemente cada día vemos noticias sobre escándalos de corrupción o malos manejos de situaciones tanto en el ambiente público como el mundo corporativo y lo más complejo del asunto es que pareciera que nos vamos acostumbrando al tema y se nos empieza a convertir en paisaje el que algunas personas con su comportamiento, le hagan tanto daño a unos y a otros; sin importar el impacto reputacional y económicos que implican sus acciones, para el caso de Boeing la multa es de USD $243,6 Millones de dólares, más los USD $455 Millones que deberá invertir en programas de seguridad, dinero que seguramente podrán pagar sin problema, no obstante ¿cómo se reparan las 346 vidas perdidas en los accidentes que van hasta el momento?
Si revisamos un poco la historia reciente, podremos encontrar algunos escándalos muy sonados que la mayoría vimos en las noticias.
Empresa | Año(s) | Descripción del Fraude | ||
Enron | 2001 | Manipulación de estados financieros para ocultar deudas y sobrevalorar activos. | ||
WorldCom | 2002 | Inflación de ingresos mediante la capitalización de gastos operativos. | ||
Tyco International | 2002 | Desvío de fondos corporativos para uso personal por parte de altos ejecutivos. | ||
Parmalat | 2003 | Falsificación de cuentas para ocultar deudas y pérdidas financieras. | ||
Siemens | 2008 | Sobornos y pagos ilegales para obtener contratos en varios países. | ||
Lehman Brothers | 2008 | Ocultamiento de la verdadera situación financiera mediante operaciones de ‘Repo 105’. | ||
Volkswagen | 2015 | Manipulación de software para cumplir con estándares de emisiones de vehículos. | ||
Petrobras | 2014-2015 | Sobornos y corrupción en contratos y proyectos. | ||
Wells Fargo | 2016 | Creación de millones de cuentas bancarias no autorizadas para alcanzar objetivos de ventas. | ||
Toshiba | 2015 | Inflación de ganancias durante varios años para presentar mejores resultados financieros. | ||
Odebrecht | 2016 | Sobornos a funcionarios en varios países para obtener contratos de infraestructura. | ||
Theranos | 2018 | Engaño sobre la efectividad de sus dispositivos de análisis de sangre. | ||
Wirecard | 2020 | Inflación de balances y desvío de fondos, desapareciendo 1.900 millones de euros. | ||
Boeing | 2024 | Manipulación de datos de seguridad y ocultamiento de fallos en sus aviones 737 MAX. |
Estos son apenas unos de los casos más nombrados, no obstante este es un fenómeno que se presenta a todo nivel, no importa la escala o tamaño de las empresas, tristemente no hablamos mucho del tema, es más, podríamos decir sin temor a equivocarnos, que buena parte de la corrupción pública existe porque hay empresas que proponen o aceptan los esquemas de manejo de recursos públicos en la estructura del gobierno de turno.
¿Qué es lo que está pasando?
Las empresas y las marcas están estructuradas y soportadas por las personas que las integran, por este motivo la responsabilidad última recaerá siempre sobre ellas.
Las empresas no son un documento de constitución u organismos independientes que operan de manera autónoma; son organizaciones compuestas por individuos cuyas decisiones y acciones reflejan su ética y valores. Cuando ocurren casos de corrupción corporativa, como los que hemos visto en las últimas décadas, no es la empresa en sí la que actúa de manera ilícita, sino las personas que toman decisiones en su nombre. Los líderes y empleados de una empresa son quienes establecen y perpetúan la cultura organizacional, y su comportamiento ético o falta del mismo tiene un impacto directo en la reputación y sostenibilidad de la marca.
La responsabilidad individual es crucial porque cada integrante de la organización, desde la alta dirección hasta el personal de base, contribuye al cumplimiento o violación de las normativas y valores establecidos. Las políticas corporativas pueden diseñarse para promover la ética, pero su efectividad depende de la voluntad y compromiso de las personas que las implementan.
Seguramente ustedes han escuchado frases que no son solamente célebres como: “La cultura de una empresa está definida por la cultura de sus líderes” o también aquella que dice: “Si quieres conocer la cultura de una empresa, observa el comportamiento de cualquiera de sus integrantes”
Si la clave están en la estructura de valores de las personas que integran las empresas, analicemos entonces un poco el proceso de formación y consolidación de estas estructuras en las personas.
¿Cómo se forma la estructura de valores y principios de una persona?
La estructuración de los valores, principios y ética de una persona generalmente se forma en el hogar. Desde la infancia, los individuos aprenden comportamientos, normas y creencias que guían su conducta a lo largo de la vida. El ambiente familiar es el primer y más influyente espacio donde se inculcan los conceptos de lo que es correcto e incorrecto, y donde se desarrollan las bases de la moralidad y la ética personal.
Los valores fundamentales como la honestidad, el respeto, la responsabilidad y la empatía suelen ser enseñados y reforzados por los padres, los hermanos y otros miembros de la familia. Estos valores son esenciales no solo en la vida personal, sino también en la profesional. Cuando una persona ingresa al mundo laboral, lleva consigo el conjunto de principios y éticas que ha desarrollado a lo largo de su vida. Estas enseñanzas familiares se convierten en la brújula moral que guía sus decisiones y acciones en el ámbito corporativo.
Es importante reconocer que las personas no son perfectas; cada individuo tiene sus propias habilidades y talentos, así como sus defectos y dificultades. Nadie es inmune a cometer errores o a enfrentar desafíos éticos. Sin embargo, una sólida base de valores y principios puede ayudar a las personas a navegar estos desafíos con integridad y responsabilidad. Aquellos que han sido educados en un ambiente que valora la ética y la transparencia están mejor preparados para tomar decisiones que beneficien no solo a ellos mismos, sino también a sus colegas, clientes y la sociedad en general.
Entendiendo la forma en la cual la vida “moderna” viene transformando la estructura de las familias actuales y los ambientes en los cuales se educan los chicos de hoy, quienes posteriormente se convertirán en la fuerza laboral que integrará los equipos de trabajo en las empresas; el panorama no luce muy atractivo que digamos.
¿Qué podrían hacer las empresas para evitar este tipo de situaciones?
Lo primero es que como empresarios debemos entender que la empresa debe convertirse en un espacio que promueva un ambiente de desarrollo y crecimiento personal para sus integrantes.
Y lo segundo es que la cultura de las empresas deberán fundamentarse en una estructura de valores y principios que las podría blindar de la actuación negativa de algunas personas.
En las escuelas de negocios siempre nos enseñan a definir y presentar los valores de las empresas, aunque estos se convierten en letra muerta en la mayoría de ellas.
Cada uno de estos dos puntos constituye en si dos frentes de actividad, que involucran recursos, tiempo y sobre todo un alto nivel de consciencia y responsabilidad de parte de los líderes de las empresas. Quienes usualmente están muy ocupados en los demás aspectos que también son importantes en la vida de cada empresa.
¿Entonces de alguna manera deberíamos asumir el proceso de educación y formación de los integrantes de nuestras empresas en los aspectos básicos que deberían haberse hecho en casa? La respuesta podría ser ¡SÍ! Por eso es más frecuente apoyar la educación en nuevas habilidades y lo que hoy se llaman “habilidades blandas”; que en mi concepto son las más duras de desarrollar.
Sé que como humanos hemos desarrollado desde la sicología y la educación, muchas teorías sobre formación en valores, como el coaching, capacitación en liderazgo, el castigo social y los diferentes métodos para reforzar los valores, la verdad es que no existen fórmulas exactas que garanticen una efectividad total. No obstante, debemos utilizar todas las herramientas a nuestro alcance en lo humano y lo espiritual.
Hoy quiero sugerirles que le demos una mirada a DIOS y que recordemos sus enseñanzas, la estructura de valores y principios que nos ha dejado y que hoy perduran como legado de la presencia de Jesús hace 2.000 años.
En mi experiencia personal ha sido DIOS quien me ha dado la fuerza para evitar situaciones difíciles, para calmar la angustia que a veces el flujo de caja nos genera, quien nos da sabiduría en una negociación compleja, quién aleja de nosotros un mal negocio, es DIOS quien al fin y al cabo nos dio la empresa y sus recursos para que los administremos con responsabilidad para hacerlos crecer y que sean sostenibles, como dice en la parábola de los talentos.
Si invitamos a DIOS a la empresa, y hacemos que él ilumine el día a día de ella, permitiendo que los integrantes se acerquen y conozcan de Él, seguramente podremos ayudar no solo a construir un futuro mejor para las empresas, también para las personas que hacen parte de ellas.
Esto no solo es una simple manifestación de una intención, la FE nos invita a vivir de una forma diferente.